Vivimos un
mundo que va muy deprisa, todos tenemos prisa, metas, horarios, que hacer,
plazos que cumplir, fechas de entrega, de pago… estamos rodeados por un mundo
que vertiginosa mente nos da información de todo el mundo en la palma de nuestra
mano y ahora con la tecnología de las redes sociales y sus algoritmos nos
definen práctica mente en el mejor de los casos que leer, que ver, que consumir,
que querer, que odiar, con quien estar de acuerdo y con quien no, de que
esperar mucho, las “fake news” y entre todo eso se nos pasa la vida con los
ojos hambrientos de “ver” y con los dedos más ágiles de la historia para decir
todo y nada.
Así que de
repente queremos tener todo, queremos tomarnos la “selfie” con el café de la
sirena cada vez que podemos, comprar le a tu novia o esposa lo “mejor”, bolsas,
lentes y ropa de marca, utilizar el equipo de cómputo de la manzanita, tener un
celular de alta gama y contar con cuentas en todas las redes sociales posibles.
Queremos disfrutar intensamente descubriendo lugares, patentando visitas y
conmemorando la “felicidad” a cada minuto. Dar testimonio de lo mucho que
tenemos y somos.
Pero A VECES TENEMOS DE MAS Y NO NOS DAMOS
CUENTA cuantos de ustedes han tenido una enfermedad que los ha postrado a
una cama sin la habilidad si quiera de poder hacer sus necesidades por sí
mismos, ¿cuantos de ustedes han tenido un familiar o un amigo en esas
condiciones? Seguramente alguna experiencia, si no es así pues que afortunados
son y esa es la premisa de mi reflexión con la que desperté: ¡Que afortunados
somos! Tenemos muchos la oportunidad de valernos física y mentalmente por
nosotros mismos y que pasa cuando nos decimos que “no podemos” que es “difícil” ¿por
qué nos saboteamos?, por qué no tenemos la habilidad y la fuerza de nutrirnos
con las cosas pequeñas, interesarnos por leer, prepararnos y comprender mejor
la historia de que nos precede, enfrentar nuestros demonios, cambiar los malos
hábitos, dejar el celular y atender a la persona que tenemos enfrente… entre
otras varias cosas más!
La
respuesta está en cada uno de nosotros… no creen.
Mi invitación es: Invirtamos tiempo en lo que nos impulsa a ser mejor y valorar lo mucho que tenemos.
Para terminar les comparto una de mis campañas
favoritas de marketing de la compañía de cascos de la marca “Bell” que dice: ¡Cómprate un casco del valor de tu cabeza!
Eduardo Cano Félix
Apasionado
de la Vida
Emprendedor,
Bloguero, Carpintero Ocasional y Marketero de Corazón
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