jueves, 23 de marzo de 2017

Qué pasa en Culiacán…



Cuando tuve la oportunidad de vivir fuera de mi ciudad –Culiacán- constantemente mis compañeros de trabajos, familiares, conocidos no dudaban en preguntarme ¿Qué pasa en Culiacán? Y la respuesta más que automática era casi visceral… mi respuesta era “Pasa lo mismo que va a pasar aquí –en donde estuviera-”
Una de las obligaciones del “Estado” – como ente- es ejercer su deber de educar y formar a la sociedad, situación más “aspiracional” ya que ha sido rebasado por décadas, hay una gran cantidad de ciudadanos que no ven o tienen mayor aspiración que comer algo y así la cosa se simplifica pero muestra la complejidad del caso. Dice el dicho “que las penas con pan son menos” esto cuando existe la posibilidad elemental de alimentarse, cuando esto no se da el tener las mínimas condiciones de éxito es casi imposible.
La moneda de cambio de los partidos políticos son los pobres, buscan su voto, se toman fotos, les prometen muchas cosas y después son olvidados, como lo han sido por décadas. Si no nos ponemos en los zapatos de los que nada tienen, no puede haber una estrategia social, de políticas públicas, de un sentido que ayude a lo mínimo, no existe la planificación familiar, difícilmente se promueve un plan de vida, no hay un modelo que ayude a forjar un sentimiento de compromiso y responsabilidad consigo mismo, la familia y la nación, no perseguimos ideales, parece que la clase política con su desdén ha cavado su propia tumba, no quiso ver una realidad que ahora los carcome y acaba con la sociedad.
Será que ahora somos más salvajes que antes –hay menos pan y también menos ideales-, no estamos acostumbrados a la crítica, cualquier ejercicio de dialogo será sometido entre los individuos ya que se antepondrán sus necesidades –las propias- sobre cualquier lógica o razón en favor de la sociedad,  nos podemos ver en el espejo en cualquier esquina en donde no respetar señales de tránsito es lo más normal, es como si fuera una declaración –si el estado no se ocupó  por mí por qué yo de los demás- es una óptica nada más, aclaro habrá quienes en su pobreza económica –no mental- han buscado o son un buen ciudadano y ahí es donde la familia ayuda al estado inculcando valores pero si en la mayoría de las familias lo que falta es pan a veces en lo último en que piensan son en valores.
Reflexionaba hace tiempo que las personas que han sido desplazadas de la sierra, de pueblos y comunidades pesqueras no tienen las herramientas mínimas para salir adelante, no hablemos de valores y moral -no saben convivir en una ciudad- (Cualquier día manejando en Culiacán te lo comprueba). Para ponerlo en otro contexto quisiera ejemplificar lo que sucede con nuestros migrantes, ellos dejan nuestro país en busca de mejores condiciones de  trabajo y calidad de vida pero al llegar al otro lado –si llegan- se tienen que incorporar a un sistema de valores, de reglas civiles, de un ideal –el sueño americano- en donde al trabajar pueden forjar una nueva vida. Pues bueno aquí –en Culiacán y todas partes de México- no incorporamos a estas personas - que vienen a la ciudad a buscar una mejor vida-  ningún ideal o valor de sociedad o comunidad
Sin duda que en las colonias, barrios, vecinos de cuadra existe una oportunidad de promover el sentido de “comunidad” pero no sabemos cómo, no hay propulsores en el estado para promover políticas públicas que busquen integrarnos y para aquellos que vienen de fuera es casi imposible generarle un sentimiento de pertenencia que nos genere a todos una oportunidad para sentirnos y estar más seguros, ya no se diga próspero más que con lo elemental.
Si han escuchado nuestro himno nacional verán algo de nuestros “ideales de nación” parecen difusos, alegorías a la violencia y muerte exaltada por los dedos de cada mano de dios. Hace tiempo escuche a una gran compositor Sinaloense “Ferrusquilla” diciendo que le daba pena escuchar el son del “Sinaloense” y no es para menos, si el himno habla de violencia este “son” es la alegoría al vale madrismo entre otras cosas. El tema es que eso que escuchamos de una forma u otra genera un referente sobre ideales, que este bien o no, pues se puede discernir a consta de la educación de cada quien, pero cuando hablamos de personas que no han sido preparados para hacer el mínimo de los juicios de valor que ayuden a distinguir entre lo bueno y lo malo se vuelve una cuestión imposible
Es por eso la respuesta que daba “Pasa lo mismo que va a pasar aquí” ahora esto se replica en todo el país con sus características en cada región. Sin capacidad de formar, educar y generar empleos que ayuden a una filosofía de vida el futuro se ve muy obscuro.
Los campos pesqueros desaparecen sin ninguna promoción de fuentes alternas de trabajo, es el ejemplo para cualquier otro modo de producción del siglo XX, con menos industria y olvidando la tecnología, apoyos y más apoyos del gobierno que consiste en sólo repartir dinero, eliminación de la cultura de forma sistemática.
Dicen que “las salidas fáciles no son buenas” pero cuando no haces tú chamba –gobierno- otros lo aprovechan y ese par de manos que podría haber sido aprovechadas construyendo algo bueno se han convertido en manos que destruyen. La omisión de valores nos condenan a una espiral que va sólo hacía abajo.
Ayudemos a los que menos tienen en lo económico, en lo moral, en ideales. Debemos de ayudarles hacerles llegar el pan en su mesa y sobre todo un plan de vida que les ayude a formar parte una sociedad trabajadora que fortalezca la comunidad donde se convive todos los días.


Eduardo Cano F.

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