Cuando tuve la oportunidad de vivir fuera de mi ciudad –Culiacán-
constantemente mis compañeros de trabajos, familiares, conocidos no dudaban en
preguntarme ¿Qué pasa en Culiacán? Y la respuesta más que automática era casi visceral…
mi respuesta era “Pasa lo mismo que va a pasar aquí –en donde estuviera-”
Una de las obligaciones del “Estado” – como ente- es ejercer su deber de
educar y formar a la sociedad, situación más “aspiracional” ya que ha sido
rebasado por décadas, hay una gran cantidad de ciudadanos que no ven o tienen
mayor aspiración que comer algo y así la cosa se simplifica pero muestra la
complejidad del caso. Dice el dicho “que las penas con pan son menos” esto
cuando existe la posibilidad elemental de alimentarse, cuando esto no se da el
tener las mínimas condiciones de éxito es casi imposible.
La moneda de cambio de los partidos políticos son los pobres, buscan su
voto, se toman fotos, les prometen muchas cosas y después son olvidados, como
lo han sido por décadas. Si no nos ponemos en los zapatos de los que nada
tienen, no puede haber una estrategia social, de políticas públicas, de un
sentido que ayude a lo mínimo, no existe la planificación familiar, difícilmente
se promueve un plan de vida, no hay un modelo que ayude a forjar un sentimiento
de compromiso y responsabilidad consigo mismo, la familia y la nación, no
perseguimos ideales, parece que la clase política con su desdén ha cavado su
propia tumba, no quiso ver una realidad que ahora los carcome y acaba con la
sociedad.
Será que ahora somos más salvajes que antes –hay menos pan y también
menos ideales-, no estamos acostumbrados a la crítica, cualquier ejercicio de
dialogo será sometido entre los individuos ya que se antepondrán sus
necesidades –las propias- sobre cualquier lógica o razón en favor de la sociedad,
nos podemos ver en el espejo en
cualquier esquina en donde no respetar señales de tránsito es lo más normal, es
como si fuera una declaración –si el estado no se ocupó por mí por qué yo de los demás- es una óptica nada
más, aclaro habrá quienes en su pobreza económica –no mental- han buscado o son
un buen ciudadano y ahí es donde la familia ayuda al estado inculcando valores
pero si en la mayoría de las familias lo que falta es pan a veces en lo último
en que piensan son en valores.
Reflexionaba hace tiempo que las personas que han sido desplazadas de la
sierra, de pueblos y comunidades pesqueras no tienen las herramientas mínimas
para salir adelante, no hablemos de valores y moral -no saben convivir en una
ciudad- (Cualquier día manejando en Culiacán te lo comprueba). Para ponerlo en
otro contexto quisiera ejemplificar lo que sucede con nuestros migrantes, ellos
dejan nuestro país en busca de mejores condiciones de trabajo y calidad de vida pero al llegar al
otro lado –si llegan- se tienen que incorporar a un sistema de valores, de
reglas civiles, de un ideal –el sueño americano- en donde al trabajar pueden
forjar una nueva vida. Pues bueno aquí –en Culiacán y todas partes de México-
no incorporamos a estas personas - que vienen a la ciudad a buscar una mejor
vida- ningún ideal o valor de sociedad o
comunidad
Sin duda que en las colonias, barrios, vecinos de cuadra existe una oportunidad
de promover el sentido de “comunidad” pero no sabemos cómo, no hay propulsores
en el estado para promover políticas públicas que busquen integrarnos y para
aquellos que vienen de fuera es casi imposible generarle un sentimiento de pertenencia
que nos genere a todos una oportunidad para sentirnos y estar más seguros, ya
no se diga próspero más que con lo elemental.
Si han escuchado nuestro himno nacional verán algo de nuestros “ideales
de nación” parecen difusos, alegorías a la violencia y muerte exaltada por los
dedos de cada mano de dios. Hace tiempo escuche a una gran compositor
Sinaloense “Ferrusquilla” diciendo que le daba pena escuchar el son del “Sinaloense”
y no es para menos, si el himno habla de violencia este “son” es la alegoría al
vale madrismo entre otras cosas. El tema es que eso que escuchamos de una forma
u otra genera un referente sobre ideales, que este bien o no, pues se puede discernir
a consta de la educación de cada quien, pero cuando hablamos de personas que no
han sido preparados para hacer el mínimo de los juicios de valor que ayuden a
distinguir entre lo bueno y lo malo se vuelve una cuestión imposible
Es por eso la respuesta que daba “Pasa lo mismo que va a pasar aquí”
ahora esto se replica en todo el país con sus características en cada región. Sin
capacidad de formar, educar y generar empleos que ayuden a una filosofía de
vida el futuro se ve muy obscuro.
Los campos pesqueros desaparecen sin ninguna promoción de fuentes
alternas de trabajo, es el ejemplo para cualquier otro modo de producción del
siglo XX, con menos industria y olvidando la tecnología, apoyos y más apoyos
del gobierno que consiste en sólo repartir dinero, eliminación de la cultura de
forma sistemática.
Dicen que “las salidas fáciles no son buenas” pero cuando no haces tú
chamba –gobierno- otros lo aprovechan y ese par de manos que podría haber sido
aprovechadas construyendo algo bueno se han convertido en manos que destruyen.
La omisión de valores nos condenan a una espiral que va sólo hacía abajo.
Ayudemos a los que menos tienen en lo económico, en lo moral, en ideales.
Debemos de ayudarles hacerles llegar el pan en su mesa y sobre todo un plan de
vida que les ayude a formar parte una sociedad trabajadora que fortalezca la
comunidad donde se convive todos los días.
Eduardo Cano F.
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